01/01/2016 – Señoras y Señores el 27 de un mes pasado, esperado e inesperado.

Señoras y Señores el 27 de un mes pasado, esperado e inesperado.

Yo soy de los que piensa que no debería haber más división del espacio, que el que ocupamos en cada momento que nos movemos.

Fatigado por la última andadura para discernir entre lo rebajado de lo justo, he decidido apoyarme en una pared de piedra de un hermoso barrio gótico y, aunque les parezca extraño, admiro estas construcciones antiguas, leo en ellas los grandes esfuerzos que realizaron aquellos hombres que dominaban con sus manos y gran maestría el martillo y cincel.

El esfuerzo que realizaron nos traslada grandes enseñanzas, además de admirar la belleza de sus esculturas y monumentos diversos; pero lo más importante era su capacidad de encajar unas piedras con otras, construyendo esos grandes muros o catedrales, que han perdurado a lo largo de los siglos.

Mi pensamiento, en aquella pared compuesta por numerosas piedras, sin asperezas sin rebabas, me hacía sentir de ellas el amor y el esfuerzo  de aquellos hombres que las trabajaron haciéndolas casi perfectas. Contenían unas grabaciones minúsculas, que el sudor de sus cuerpos había humedecido dándoles una apariencia de envejecimiento para culminar en esa belleza que perdura a lo largo de los siglos.

Lo importante era trasladar a las generaciones venideras su hermosura, el valor del trabajo bien hecho, motivándonos a una reflexión del mejor exponente de dignidad, al escribir en las piedras la historia real de cómo tiene que ser el comportamiento humano. Cada una tenía su propia leyenda escrita. Era un micro mundo diverso donde la utopía se convertía en realidad, capaz de aguantar sobradamente el peso de cuantos se apoyasen sobre ella, a la vez que las estructuras góticas compartían lo mejor de cada uno.

Una vez realizada mi reflexión y convencido de que es posible otra forma de desarrollar el mundo, he decidido que todos los trabajos que desempeñe desde hoy llevarán impreso en mi corazón el nombre de Rinu y, además, de ahora en adelante será el verdadero protagonista que con un ágil análisis nos irá relatando todos aquellos acontecimientos que merezcan atención a pie de calle. Éstos se rubrican con el misterioso nombre, cuyo significado deseo que sea fácil descubrir y confió en que algún día dejará de ser una misteriosa utopía.

Creo que es entendible ese lugar maravilloso donde me he situado, con la intención de empezar a practicar un nuevo oficio que yo llamo pendiente. No significa estar arriba ni abajo, dentro o fuera, ni tan siquiera poder sentir resbalarme, no sabiendo donde puedo caer.

Mi osadía para definir este oficio ha sido eliminar las cuatro primeras letras de una palabra que, seguro, han oído muchas veces. Yo siempre tuve duda de aquellos que la usaban. Lo que realmente querían aparentar era estar por encima del bien y del mal como aladares de la objetividad. Mis observaciones siempre me llevaban al mismo punto, no se correspondía lo que decían con los hechos que hacían quienes así se expresaban.

No piensen ustedes que la frase completa es nueva. Su antigüedad es tan vieja que se desconoce su fecha. La he oído en bocas de toda condición humana, también en diferentes medios que diariamente nos informan o han informado lo que acontece en el mundo. 

Ne crean que este oficio va a ser fácil, pero mi convencimiento unido a la experiencia de mi vida, me dice que en lo difícil están las  verdades, y por supuesto el éxito deseado. Por eso soy de los convencidos de que el trabajo es la herramienta más importante Si ésta se maneja con perseverancia y maestría nada será imposible para el nacimiento de un hombre nuevo.

Una vez analizado con minuciosidad este nuevo oficio, me dirijo al registro de patentes, no con el interés de patentarlo sino todo lo contrario, informales que este oficio lo pongo a disposición de quienes quieran ejercerlo, aclarando que su rentabilidad está ligada a lo más profundo de la conciencia humana: la libertad, y, lo más importante, cada información que se deduzca del trabajo, será transparente, es decir sin esos laberintos retorcido con los que te intentan llevan a la confusión o a una salida siempre interesada, dentro de un agujero negro donde nada se ve pero todo cabe.    

Comienzo mi trabajo con paso firme para no resbalarme. Enseguida me doy cuenta de que éste no va a ser nada fácil, pues lamentablemente nada más empezar me quedo perplejo ante el barullo que se ha armado en el tan esperado día 27. Ni la caída de las hojas del otoño dio el presagio de la aparición de tan variados colores, mezclados por el viento sin saber cuál será su sitio final. Habiendo transcurrido un tiempo suficiente, no me queda más remedio que colocar esta fecha dentro de un marco como si se tratase de un cuadro a la espera de su restauración.

En esta situación, estoy pensando poner un anuncio en los diferentes medios de comunicación con el siguiente texto: necesito restauradores muy especializados pero en periodo de prueba. Estoy seguro que se preguntarán porqué en periodo de prueba. Lamentablemente tengo que ser precavido, no tengo nada claro que mi anuncio sea entendible, me temo que lo hagan en formato paraguas con la marca del mismo en negrita, diseños prohibido mojarse.

Con el ceño fruncido, después de analizar que mi anuncio puede ser modificado por quienes poseen una fábrica de hilos, he decido seguir caminando por esa hermosa ciudad y adentrarme en su barrio gótico. Allí me encuentro una multitud de gente que sujetaban en sus manos unas varillas de plástico y en  su punta superior unas consignas, que unos gritaban independencia si, otros independencia no. Una oscuridad empezó a verse por todas partes, unos y otros corrieron a refugiarse del agua y el viento. 

Una vez a cubierto del vendaval, y mirándonos unos a otros, nos vimos mojados por el agua, con las manos extendidas, engarzadas las unas con las otras. Junto a nosotros una pared construida con piedras muy diversas en formas y colores. En el suelo el viento había arrastrado las hojas de los árboles, construyendo una alfombra que nos protegía del barro, y nos ayudaba a salir limpios con el lavado que la naturaleza nos había brindado con su lluvia.

En el suelo de aquel muro de piedra, las hojas volvieron  a su origen, a  ser humus, esa sustancia capaz de hacer renacer nuevas semillas que, erguidas y fuertes, no necesitan varillas ni hilos que las zarandeen o sostengan.     

Los fósiles merecen ser estudiados, pero su historia debe ser real. En la seguridad de que, con anterioridad a ellos, siempre habrá habido otras historias, pero tan lejanas en el tiempo, que quedan difuminadas por las pisadas de los dinosaurios.

Jesús Aznar (16-12-2015)

 

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