La mano tiene que ser la fuerza que une al estrechar la de otro.
Tiene que estar siempre para sostener a quien corre el riesgo de caerse.
Nunca debe emplearse para destruir, sólo para construir, ser más creativos y libres.
Te ofrezco mi mano para sentir el latido de tu corazón.
Al percibirla, mezclamos el calor de ambas manos, dándonos energía.
Alejándonos de la soledad de cualquier día de oscuridad o desasosiego.
Además, te ofrezco mi mano como si fuera tuya para pasar las páginas de la vida
Y desentrañar tus vivencias que te harán más fuerte al compartirlas con otros.
En ellas habrá sabiduría y secretos que desconocían.
Pero si algún día te flaquean las fuerzas, no desfallezcas, tendrás mi mano.
En ella encontrarás siempre ese amigo, que te ayudará a pesar del riesgo que tengas.
Si en el recorrido de la vida te confundes de camino, mi mano sostendrá luz para que veas.
También te digo que no tengas temor a lo desconocido.
Allí hay secretos, que así podrás desvelar.
Y puedes entregar mi mano a tus amigos, para que aplauda todo lo bueno de la vida.
Y así, todas juntas, puedan ayudar a los más débiles si lo necesitan.
Decirte que nunca hay que pedir prebendas por ello, éstas se consiguen con perseverancia y esfuerzo.
Y al darte mi mano, ésta se llena de música de paz y vida.
Por todo esto, te la entrego. Nada te pido a cambio, sólo el calor de tu mano.
Sujétate a la mano de la Humanidad. Considérala como un hermano. Sigue con paso lento. No permitas que las prisas sean tu mayor enemigo. Éstas sólo hacen que tu tiempo dure menos que el último aliento.
Jesús Aznar-25-1-2021