Nada debería dividir al ser humano en difusos conceptos. La esencia de la vida es felicidad, amor, tolerancia en el encuentro, aun siendo diferentes. Y aunque el diseño de nuestra arquitectura es personal, y por lo tanto intransferible, el último momento de nuestra vida nos hace iguales. ¿Por qué no recorrer juntos ese camino, y quienes van colocando piedras en el mismo, se quedan en la orilla consumidos en su cansancio?
Hemiciclo u olimpo
Un Triángulo, seis columnas, dos leones,
encuentro, sostenibilidad y fuerza.
Una fachada de piedra gris,
ciencia , trabajo, masa cerebral.
Una enorme puerta que da entrada al olimpo sin dioses,
solo personas con dudas y aciertos.
En él hay aplausos, pataletas, gestos.
Un lugar representativo de millones de gargantas que se quedan abiertas,
esperando poder cerrarse y decir por fin estamos todos.
Fuera de él, en pequeños cenáculos, en cajas rectangulares,
apoyados sobre una mesa, se agita una nueva estirpe,
que, con el gesto y la palabra,
quieren hacernos ver que son sabedores de todo acontecimiento.
Con conciencia, ciencia o sin ellas.
en realidad no son, ni más ni menos,
que un sonido verbal perdido en su propio ombligo.
Parece que no queremos darnos cuenta que nos une mucho más de lo que nos separa. Si subimos por la escalera de nuestra casa para llegar al segundo piso, tendremos que pasar por el primero.
Jesús Aznar (12-3-2016)