Valores en la sociedad actual; ¿realidad o ilusión?

Dicen que los diez valores universales más importantes son: respeto, libertad, bondad, justicia, igualdad, responsabilidad, honradez, solidaridad, verdad, valentía y honor. En ocasiones, se incluye el Amor y la Paz, mas nosotras creemos que no son valores en sí mismos, sino que son la causa y la consecuencia de los demás, respectivamente.

La sociedad actual, empero, vive en una dicotomía: por un lado, se clama por el respeto a los valores; por el otro, la cotidianeidad nos demuestra que se vive ajeno a ellos, desde los políticos y demás potentados sociales hasta el más humilde ciudadano.

Influenciados por películas, series y videojuegos, los problemas se resuelven a puñetazos y los enfados se manifiestan rompiendo todo lo que se encuentra alrededor. Se exige ser tratado con respeto, pero se destroza el mobiliario urbano o se toma al asalto a una mujer, haciendo caso omiso de sus negativas e, incluso, burlándose de ellas. Se clama por la libertad personal sin tener en cuenta que ésta termina dónde empieza la libertad personal del vecino y que, quién quiere expresar su filosofía de vida, sus gustos o sentimientos libremente, debe respetar los de los demás, por muy contrarios que sean; ni uno ni otro tiene derecho a imponer por la fuerza su visión o ideología.

En los colegios e institutos se hacen campañas para fomentar la solidaridad con los pueblos desfavorecidos; pero nadie se solidariza con el compañero víctima de burlas por su obesidad o con la compañera acosada por tener la desgracia de ser guapa; y si, además, es inteligente, aún peor.

Desde los medios de comunicación se clama por el respeto a la alteridad sin discriminación por razón de sexo u orientación sexual; incluso los políticos saltan a la palestra en determinadas épocas del año enarbolando la bandera morada o la arcoíris; pero la discriminación de la mujer por razón de edad, maternidad o lesbianidad está en un punto álgido.

Los valores, como la educación, no se han de aprender en la escuela, sino que se han de traer aprendidos de casa; la escuela o instituto sí que ha de tener un papel complementario, porque es donde se ponen en práctica y se afianzan, preparándose para el mundo laboral y social del futuro.

Pero, sobre todo, como decíamos al principio, para que haya una sociedad o familia con valores, ha de haber Amor -en todas sus formas, desde el cariño familiar a la amistad-. Porque cuando queremos a los demás es cuando les vemos como nuestros iguales -en palabras de Viktor Frankl[1]: «soy yo cuando me trasciendo en el tú»-, por lo que el resto de valores nacen automáticamente y, por ende, se implanta la Paz.


[1] Frankl, Viktor Emil (Viena, Austria; 1905-1997). Neurólogo, psiquiatra y filósofo. Sobreviviente a cuatro campos de concentración, creó la Logoterapia, corriente psicológica denominada «La tercera escuela vienesa» y el análisis existencial o psicología existencialista, siendo el sentido de la vida el punto neurálgico de ambas. Conferenciante y profesor en numerosas universidades, es autor de numerosas obras, siendo la más famosa El hombre en busca de sentido.

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