A través de esta plancha quiero agradecer el trabajo de un Hermano y quiero empezar con su certera definición sobre el Libre Albedrío:
“El libre albedrío es la libertad de actuación, de resolución entre la acción y la omisión, para la consecución de todo lo que aspiramos, necesitamos o que vaya a ser útil a nuestras metas personales, bien sean materiales o espirituales.”
Es un tema interesante y por eso he querido continuar en mis reflexiones.
El término es una deformación vulgar del latín arbitrium, que a su vez procede de arbiter (juez).
Utilizamos a menudo la expresión “Libre Albedrío” como sinónimo de libertad, aunque en realidad la libertad no conlleva, en sí misma el hecho de obrar o no, es decir, de realizar o no una acción.
Entenderíamos pues el libre albedrío como la potestad de obrar por reflexión y elección.
También como la facultad de poder elegir y de tomar cada uno las propias decisiones, así que cuando realizamos una acción, ésta esta inducida por nuestra propia voluntad.
Por ello somos responsables de esa acción y estaríamos entroncando con el planteamiento causa-efecto.
Y no sólo somos responsables como individuo, también lo somos como integrantes de una familia, de una sociedad, de la Humanidad.
Cada día somos responsables de nuestras acciones desde que abrimos los ojos por la mañana y decidimos si encendemos la luz o usamos el agua caliente. Largo y tendido podríamos hablar del impacto en nuestro planeta de nuestras acciones.
Pasando al plano de la familia, siempre me ha preocupado la Educación y al respecto de los hijos siempre comento, lo difícil no es parir, lo difícil es educar.
En la Educación , en el proceso de educar, entra el libre albedrío.¿ En qué nivel de libre albedrío dejamos a nuestros hijos, a que edad los dejamos “libres” con comillas, incluso hasta cuándo y en que decisiones tomadas por nuestros hijos nos sentimos responsables?
En la convivencia en casa , en el ámbito de trabajo¿ qué niveles tenemos de libre albedrío?
Pienso a menudo sobre el Determinismo, según el cual todo lo que acontece, lo que nos pasa, lo que hacemos es resultado inevitable de las causas previas, de que lo que pasa tiene una razón de ser.
Las consecuencias del libre albedrío, de las acciones realizadas por cada uno, son responsabilidad de cada uno y no cabe, en mi opinión el sentimiento de culpa por hechos ajenos. La culpa no existe. La culpa nos quiere alejar de la FELICIDAD.
¿El libre albedrío da la felicidad? Estoy convencida de que sí.
He dicho
Marisol