Cuando el dedo ordena y manda el resto de la mano queda sin fuerza y el cerebro queda reducido a una pelota de jugar al pimpón. Contra esto, eficacia, responsabilidad, perseverancia, trabajo colectivo y la razón unida a estos valores, harán crujir ese dedo artrítico que dé paso a la anulación de la sinrazón.
El dedo en lo público
Estanterías llenas de papel de calco.
Cada vez que extiendes tu mano sobre él,
coges el pasillo de la derecha, del centro o de la izquierda,
para ver donde lavar tu dedo.
No entiendes que éste es una foto de tu conciencia.
En ella almacenas, ineficacia y favoritismo.
Es una burla a la inteligencia colectiva.
Por eso, quien tú sientas en un despacho,
huele a alcanfor con mezcla de sumisión y reverencia.
Cuando tú pasas se le caen folios y calcos para que te sirva de alfombra.
En ellos se puede leer lo que el dedo dio como consigna.
Mientras tanto, con excelente preparación diez mil o más opositando,
quieren trabajo digno, eficaz y responsable.
Y tú con tu dedo artrítico les lanzas alpiste sobre su papel sin calco.
Se puede estar en lo público con responsabilidad, dejando al margen las diferentes categorías profesionales. Cuando un empleado siente que su trabajo es valorado, aumenta su autoestima, crece su sentimiento de responsabilidad y, si además desaparecen los nombramientos a dedo, el trabajo será más profesional, aumentando la armonía, la eficacia y la productividad.
Jesús Aznar (16-1-2017)