El sillón bien empleado es descanso, confort, trabajo, alternancia diversa que toma asiento cada cierto tiempo, sintiendo en él su bagaje, dejando de ser un privilegio. Esto no exime esfuerzo, perseverancia, saber que sentarse en él significa respeto, tolerancia con el del sillón de al lado. Y en la comodidad o no de dicho asiento, se podrá comprender que un buen artesano podrá hacer otros, y cada uno en su sitio, y en su momento llegar a entender que éste no es incoloro.
El sillón incomprendido
Qué tienes sillón, que sin ser incoloro,
quien en él se sienta,
nos dice con sonrisa ensayada,
que este sillón es para todos.
Tal osadía deja millones de rostros desencajados.
Ningún color, azul, rojo, morado, naranja, ni ningún otro,
tiene propiedad sobre él.
Éste está construido por manos de oficio.
Si esto no fuera así, el único asiento sería el suelo.
La diversidad es riqueza. De ella aprendemos que existen formas de ser y planteamientos diferentes. Con ello se agudizan nuestros sentidos y por lo tanto la responsabilidad de comprender y buscar puntos de encuentro con nuestro contrario. La síntesis de ello facilitará que pueda desaparecer lo que no nos une. Y en el vértice de este encuentro, el equilibrio estará asegurado.
Jesús Aznar (28/7/2016)