CRISIS DE VALORES EN LA SOCIEDAD ACTUAL
Cuando se plantea una reflexión acerca de una posible, o confirmada incluso, crisis de valores en la sociedad actual, siempre me asalta una duda relativa a la citada afirmación.
¿Estamos sufriendo una crisis de valores en la sociedad actual o nos encontramos ante una crisis de la sociedad respecto a su configuración que se traduce en la pérdida y en la estimación de valores consensuados como universales?
Es posible, me pregunto, que la configuración actual de la sociedad, traducida en cuestiones tales como el impulso del consumismo más atroz, contra la moderación. La justificación de la rapidez de resultados, frente a la prudencia y la laboriosidad. Las nuevas vías de comunicación impersonales e instantáneas, contrarias a la reflexión y el enriquecimiento mutuo. La admiración y justificación de las conductas más radicales, subyugando el equilibrio y la templanza, entre otras, haya provocado una disolución de esos valores a la par que se diluyen las identidades y, por tanto, las responsabilidades propias, siendo asumidas las responsabilidades y conductas propias e individuales en un imaginario colectivo.
Por ello me permito replantear la pregunta, la reflexión, en los siguientes términos, es la sociedad actual, su conformación, sus roles y su propia estructura la que se encuentra en crisis, arra.strando con ella, aquellos valores que histórica y tradicionalmente han conformado un consenso universal, o es la pérdida y desprestigio de esos valores lo que nos está conduciendo a un tipo de sociedad en la que se valoran, premian y potencian, todas aquellas conductas y modos de vida que, realmente y bajo el eufemismo de la libertad, son conductas degradantes del conjunto de vida en sociedad, diluyendo la responsabilidad de cada individuo en la creación y mantenimiento de la calidad del medio social en que se desenvuelve en un artificio social que traslada estas responsabilidades a instituciones, grupos o entes de los cuales se espera, supone o desea, sean los responsables de esa creación, identificación y mantenimiento.
Para responder correctamente a esa disquisición, deberemos atender de modo riguroso a cada una de sus partes y en primer lugar atender a la definición de valores, que entendemos por valores. En mi opinión, valores son aquellas convicciones del ser humano que por su carácter interno, voluntario y profundo, orientan nuestra conducta y comportamiento vital en un sentido o en otro. Los valores, como todas aquellas convicciones e incluso derechos, deben situarse en una escala o jerarquía, puesto que si entran en conflicto, esa escala o jerarquía orientara o decidirá la prioridad de unos sobre otros.
Así, encontramos valores que son universalmente compartidos mayoritariamente en todo período temporal y lugar, valores que conforman una ética o moral de comportamiento, la paz, la honestidad, la familia, la disciplina, la perseverancia, la laboriosidad, la justicia, la templanza, entre otros muchos, son valores, del latín “valere”, “fuerza”, aquellas convicciones que potencian la mejora del ser humano y con su comportamiento, adecuado a los mismos, la mejora de la sociedad que le rodea en el tiempo en el que le toca vivir.
La sociedad actual ha sustituido la identificación y escalamiento de los valores, ha creado entes intermedios y superiores, instituciones, organizaciones, asociaciones, partidos políticos, etc que se han apropiado de la capacidad y obligación personal de la identificación de valores, su definición y su jerarquía. Ello ha provocado que el ser humano actual haya delegado esa identificación y jerarquización de valores en los citados entes, buscando una zona de comodidad que viene dada por la dejación de esa responsabilidad, por la autojustificación falaz de que los mismos ya vienen instaurados, consiguiendo evitar la carga y el trabajo que puede suponer una autorreflexión sincera, propia y privada respecto a la identificación y jerarquización de cuales son aquellos valores u objetivos que implicarán la búsqueda de una “buena vida” así como el mejoramiento de la de aquellos que nos rodean en nuestro ámbito de influencia.
Es evidente que una sincera y honesta búsqueda, identificación y jerarquización de los valores supone un esfuerzo, una árida labor intelectual y una autodisciplina de seguimiento una vez establecidos que la sociedad actual quiere impedir. La sociedad actual prefiere la adhesión a valores representados por entes, instituciones u otros grupos frente a la valoración individual de los mismos, y los individuos de la sociedad actual prefieren el trabajo hecho, la valoración ofrecida y su adhesión a una u otra antes de realizar el esfuerzo intelectual de filtro, reflexión y crítica que requiere la formación de una valoración personal.
En conclusión, deben activarse los mecanismos de exigencia de la responsabilidad individual respecto de los valores “regalados”, debe exigirse esfuerzo, compromiso y autonomía intelectual para la identificación, jerarquización y seguimiento de las pautas de conducta que deben desprenderse de la propia identificación de valores.
O. M. T.