Tras la privatización de las más potentes empresas públicas (eléctricas, telecomunicaciones, etc.) que suministraban ingresos públicos para sufragar un estado de bienestar para la mayoría de la población, el neoliberalismo tenía que abrir y experimentar nuevos nichos de beneficio, y ahí ya nos encontramos con muchos y variados servicios públicos (sanidad, prestaciones sociales de diverso tipo) y por fin ha llegado el turno a las pensiones. Lógicamente esta estrategia de inclusión al mercado sectores como las pensiones públicas no puede argumentarse desde una posición puramente desde el beneficio del capital.
Se apela , desde los más variopintos grupos e instituciones, el fin de la historia… de las pensiones públicas. Si no hay suficientes ingresos, pues no se puede hacer frente al sistema de pensiones. El mantra de no podemos gastar más de lo que tenemos…; A raíz de este dogma la consecuencia es que entre otras cuestiones, hay que aumentar la edad de jubilación de los trabajadores. Los razonamientos son desde lo más relacionado con el mundo laboral como que hay menos personas trabajando, un trabajador mantiene a dos o más pensionistas, y ya el sumun de descubrimiento intelectual, las personas vivimos más…, por lo tanto debemos trabajar más años. ¡Impresionante!
Ya no basta con el precariado laboral (trabajos con sueldos que permiten apenas la supervivencia, a tiempo parcial, temporales, una inseguridad laboral de por vida), ahora se trata del precariado vital. El Neoliberalismo está llevando a un neoesclavismo a millones de personas, incluso en muchos países desarrollados. La conquista que un trabajador sobre los 65 años consiguiese su jubilación (recordemos, que jubilación tiene su raíz latina en iubilare, grito de alegría) se está cuestionando por tierra, mar y aire. De hecho en España fue un gobierno de carácter socialista, presidido por el Sr. Rodríguez Zapatero, quien legislo la edad de jubilación de forma progresiva hasta llegar a los 67 años, un gobierno popular decidió que porque esperar varios años para esta medida tan racional y necesaria y ha adelantado algunas medidas de la propuestas por el gobierno socialista para el mantenimiento del sistema de pensiones públicas.
Se vincula de forma sagrada las contribuciones a la seguridad social y el sistema público de pensiones. ¿Qué impide que se sufraguen con ingresos públicos provenientes de impuestos al igual que la sanidad, la educación u otras prestaciones públicas? ¿Porque en los grandes Think Tank se laborea de forma tan persistente con la ampliación de la edad de jubilación al igual que el número de años cotizados, etc.? ¿No sería más lógico debatir públicamente cuestiones como los ingresos públicos que se dejan de percibir a nivel nacional y mundial por los paraísos fiscales? ¿Por qué no conferencias para buscar fórmulas políticas y legislativas que obliguen a las empresas a revertir en beneficios sociales al menos una parte de los ingresos que obtienen de la sociedad? ¿Por qué no analizar el mercado laboral que con tan elevado número de trabajadores con salarios tan bajos, lógicamente contribuyen menos, o el elevado porcentaje de desempleados, o los miles de jóvenes españoles que están desarrollando, y contribuyendo por lo tanto en el extranjero, sus carreras laborales fuera de la nación?
¿Es un alegato utópico que si un asalariado medio contribuye mediante impuestos en una media de un 18%, un pequeña y mediana empresa alrededor del 13%, las grandes corporaciones aporten vía impuestos al menos lo mismo que los individuos y las pequeñas y medianas empresas, en lugar de tipos impositivos que rondan un 5%? Y dentro de las grandes corporaciones frente al alegato de la huida de empresas, ¿sería posible que las eléctricas, telecomunicaciones o financieras se fuesen del país, cuando su fuente de ingresos precisamente la obtienen directamente en y por la nación? Debemos racionalizar el debate sobre quien, cuanto y para que se paga impuestos. No es posible tocar arrebato en cuanto se habla de subida de impuestos. Con un sistema impositivo progresivo y justo sería posible sufragar las pensiones y muchas otras necesidades que tenemos la mayoría ciudadana, además de crear empleo. Pero las mentes preclaras que idean el aumento de la edad de jubilación, el establecer sistemas más rigurosos para calcular la pensión de jubilación y otras propuestas de este calado, se encuentran en cargos públicos que sobrepasan con creces los salarios medios del país, cuando no se encuentran directamente en consejos de administración de grandes corporaciones, como no faltan ejemplos entre expresidentes de gobierno, exministros, etc. Nada que objetar a que quien lo desee puede ampliar su edad de jubilación, pero un derecho ya adquirido de un merecido descanso y disfrute vital al menos durante los últimos años de vida debe ser defendido de forma contundente e inteligente a parte iguales. Ya se sabe que mientras uno se defiende no ataca… Por otra parte si los trabajadores y buena parte de la sociedad en su conjunto tienen que defender hasta lo más obvio, ni de lejos se les ocurre o plantea desarrollar o crear nuevos derechos y avances para una vida digna y en libertad.
Desde las alturas es difícil ver el rosto de las personas de a pie. Tan apenas unas motitas negras a muchos, muchos, metros de distancia…
Ya no basta a condenarnos con una vida laboral de semiesclavos, ahora el neoliberalismo nos sentencia a CADENA PERPETUA