Serafín Aldecoa.Historiador
Hace unas semanas cuando se hablaba del Modernismo turolense en las Jornadas del Centenario o, mejor, cuando se trataba de Teruel en el cambio de siglo, surgieron varias preguntas entre los asistentes sobre un asunto al que no se había prestado atención hasta esos días y que giraba en torno a la Masonería: ¿Hubo masones en la ciudad de Teruel en este periodo de finales del siglo XIX? ¿Se unieron entre ellos para constituir logias masónicas perfectamente organizadas? ¿Se publicaron periódicos masones? Las cuestiones quedaron en el aire sin respuesta y hoy intentaremos darles una contestación.
Hubo quienes se mantuvieron escépticos al pensar que a Teruel, con un considerable déficit de comunicaciones y, por tanto, aislada del resto de España y alejada de las corrientes intelectuales del momento, con una población de menos de 8.500 habitantes en 1900, no habrían llegado ni se habrían difundido entre los turolenses las ideas masónicas relacionadas con la fraternidad universal, el librepensamiento, la igualdad entre los seres humanos, el secretismo de sus instituciones, el rechazo de la religión católica…
Sin embargo, esto no fue así, pese a la “escasa permeabilidad” de la provincia de Teruel, el gran especialista del tema masónico, el jesuita Ferrer Benimelli, señalaba que ya en 1869 en la capital existía una logia denominada “La Fraternidad”, bajo la jurisdicción del Gran Oriente Español pero de la que no se conserva documentación original aunque pudo perdurar hasta 1881. También se conoce la existencia de una logia masónica en 1889 en la localidad de Molinos, “La Humanidad” nº 33, que dependía de la Gran Logia Simbólica de España cuyo venerable maestre era Juan Juste Roche y el primer vigilante, Andrés Mateo Andrés.
Es realmente después de la revolución septembrina de 1868, cuando la masonería va a tomar cierta consideración en Teruel asociada, en cierta medida, a un considerable auge del republicanismo como se manifiesta en la edición de periódicos de todas las orientaciones y sensibilidades republicanas como El Eco de Teruel, Diario de Teruel, La Verdad… aunque el diario con mayores sospechas de estar dirigido por masones fue La Fraternidad. Da la casualidad y la coincidencia de que varios de ellos estuvieron asociados en mayor o menor medida a la imprenta de la familia Zarzoso (Anselmo, Nicolás y Dionisio), tres generaciones que trabajaron en Teruel desde 1839. Sus “enemigos” acusaban insistentemente a Dionisio, sobre todo, de pertenecer a la Masonería, hecho este reconocido como verdaderamente grave en aquella época. La militancia en el republicanismo posibilista de Emilio Castelar, tan influyente en Teruel como para dar su nombre a la céntrica Plaza de San Juan y considerado también masón, pudo ser otro factor que favoreció la afiliación a la Masonería en la capital.
Ahora bien, el periódico “republicano democrático”, considerado definitivamente “masón”, fue La Antorcha, que empieza a editarse en Teruel el 13 de marzo de 1887 y que va a difundir claramente las ideas masónicas en los últimos números de su andadura y, sobre todo, va a mantener una constante polémica con la Iglesia (los Hermanos de San Vicente Paúl), especialmente con el integrista Padre Agustín Marroquín. Sus cinco sermones consecutivos contra la Masonería desde el púlpito de la iglesia de San Andrés en el mes de octubre de 1889, además de reforzar al carlismo, causaron gran escándalo en la ciudad, especialmente el tercero cuando se produjo la explosión de “un petardo” en el atrio de la iglesia con la consiguiente alarma entre los asistentes y la detención y encarcelamiento de tres personas como responsables de la acción violenta.
Es por estas fechas cuando se constituye la logia masónica “La Antorcha” nº 263 en Teruel en la que Juan Justo Huguet ocupa el puesto de “primer vigilante” y coincide con que esta persona había sido el primer director del periódico La Antorcha. Hay que decir que los Huguet eran una familia burguesa vinculada al comercio siendo su hermano, José Mª, ingeniero de montes.
También se conocen los nombres y las profesiones de sus siete fundadores (3 funcionarios, 2 militares, 1 escritor y 1 comerciante) llegando a contar en su breve vida (desapareció en 1890) con 17 miembros algunos de los cuales fueron: Lucas Pastor (comerciante), Mateo Garzarán (sastre), Manuel López Ruiz (delineante)… Junto a ellos citaremos también como masón al profesor y filósofo metafísico de Rubielos de Mora Joaquín Arnau. Como señala J. R. Villanueva, las relaciones entre republicanos y masones fueron tan estrechas que algunos masones aragoneses adoptaron como nombres simbólicos los de destacados republicanos turolenses como fueron los casos de Juan Pablo Soler o Víctor Pruneda.
En definitiva, todo un panorama de finales del siglo XIX en Teruel, que habría que estudiar a fondo, donde confluyeron una serie de personas y organizaciones vinculadas al secretismo de la Masonería y al mundo del republicanismo y que se proyectaron en la edición de una prensa muy boyante, variopinta y activa.