Libertad, es una de esas palabras exclusivas que engloba un océano de conceptos, de teorías, de manifestaciones concretas y concretadas. Recordar su etimología, que proviene del término latín Libertas, libertatis (libertad, condición del que es libre política y jurídicamente, disponibilidad y falta de inhibición de obra y palabra) y añadiendo el sufijo tad significa cualidad de.
La etimología ya nos muestra un perfil muy claro apuntando a la libertad política, jurídica, en la forma de hablar y actuar. Innumerables y poderosas cadenas han atado al ser humano e impedido su libertad política, civil, de expresión, de circulación, en suma, de vivir como seres dueños de su propio destino. Si bien las cadenas en los tiempos anteriores eran muy contundentes, y en muchos casos hasta literalmente hablando, tal como por ejemplo los esclavos egipcios, del Imperio Romano, los siervos de la gleba, y en tiempos no tan lejanos (hasta el siglo XIX) los esclavos africanos en lugares como Norteamérica, en el siglo XXI todavía falta mucho por alcanzar para liberarnos de múltiples y sutiles cadenas que bajo la apariencia de considerar que somos hombres y mujeres libres, estamos coartados y limitados a la hora de regir las más transcendentales y vitales decisiones como personas. Estas sutiles cadenas se manifiestan desde determinadas condiciones salariales, laborales, de bienestar material, de lo que nos ofrece la agenda política, del alto precio personal que se padece por ser distinto a la mayoría, a la gente…
Si bien, también es una hecho analizado y expresado por múltiples pensadores la evolución y progreso en derechos y libertades de los seres humanos a lo largo de la historia. Ha podido haber estancamientos, e incluso retrocesos, pero la realidad muestra que se han ido ampliando a lo largo de los siglos primero la conquista de los derechos civiles, políticos, (para unas minorías en sus inicios) y en los tiempos modernos una base de derechos económicos y sociales. Este culmen quizás se logró en el lema de la revolución francesa LIBERTAD, IGUALDAD, FRATERNIDAD, y su plasmación de una u otra forma, en los derechos universales del hombre, y en las diferentes constituciones modernas, de las cuales el Estado de Bienestar supuso una manifestación concreta y digna de estos ideales. Pero henos aquí, que en pleno siglo XXI cualquier observador puede percibir que no es ya un estancamiento sino que, empezando por las propias sociedades más desarrolladas, estamos viviendo un claro retroceso en la libertad individual y colectiva. Se están asumiendo por importantes sectores de la población y su representación política (están entre la primeras fuerzas políticas en Alemania o Francia) e incluso con poder de gobierno (Hungría, Polonia, Italia) postulados xenófobos, de limitaciones de libertad de expresión, de manifestación, en definitiva de ultraderecha pura y dura, con tintes autoritarios y fascistas sin máscara alguna. ¿A dónde puede conducir este retroceso asumido y alentado conscientemente por cada vez mayores estratos de población? ¿Veremos de nuevo en Europa perseguir, reprimir, encarcelar e incluso aniquilar a sectores incomodos para las sociedades autoritarias, como lo fueron en su momento los intelectuales críticos con el sistema, los judíos, los masones, las etnias minoritarias, etc.? ¿Acaso no estamos ya viendo en el día a día hechos de odio y aversión hacia inmigrantes, ataques de homofobia, donde la menor discrepancia y argumento racional divergente se tacha de antisistema, de perjudicial para la convivencia y el orden social? Los judíos y opositores al régimen nazi pensaban que nada de lo que posteriormente les sucedió podía ocurrir en una democracia avanzada como la alemana en esa época ¡ya sabemos lo que pasó! No cometamos el mismo error. ¡Estemos alerta! Defendamos y hagamos avanzar cada uno desde su posición y circunstancias personales las libertades individuales y colectivas.
En estos tiempos transcendentales, recordemos al Quijote, del gran Miguel de Cervantes,
“La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad así como por la honra se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres”
J.N.