A ti que no te pongo nombre, eres sobradamente conocido, huyo de tus miserias. No nos puedes vender felicidad, sólo consumir y poner barreras. Tu único fin es que nuestro tiempo se agote. Pero llegará un día en el que tú también consumirás tu propia barrera.
La miseria es una creación humana.
Tú que huyes de las miserias humanas.
Por caminos, por desiertos, por agua.
Las huellas que dejas,
también quedan marcadas en tu cara.
Llevas sobre tu espalda tu historia, tu vida.
Sólo esto te queda, del resto nada.
El testigo lo recogerán los niños,
que con lágrimas y gestos en su cara,
aterrorizados por el llanto, dan la señal de alarma.
Juntos crecerán un día,
con aquellos que vieron sufrimiento por la pequeña pantalla.
Venís en busca de un paraíso soñado,
que también tiene luces y sombras.
Por eso mucho tenemos que aprender de vosotros.
Seguro que os parece extraño.
Muchos os reciben con los brazos abiertos,
otros ponen ante vosotros alambradas,
algunas con cuchillas afiladas.
Qué intereses se mueven para crear tal aberración.
La naturaleza es sabia y somos parte de ella.
Por eso desde el otro lado te doy mi mano,
te ayudo a pasar y en ese encuentro,
tu mano junto a la mía ensangrentadas por las cuchillas,
la sangre nos une como hermanos.
Habrá un día que no habrá tierra para aquellos que la separaron. Nosotros, la mayoría, contaremos contigo, para que en ella florezca un nuevo ser humano.
Jesús Aznar (12-9-2015)